Ni putas ni sumisas by Fadela Amara

Ni putas ni sumisas by Fadela Amara

autor:Fadela Amara [Amara, Fadela]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T00:00:00+00:00


LOS ESTADOS GENERALES DE LAS MUJERES DE LOS BARRIOS

A raíz de este seminario y de las peticiones de palabra y los debates, trabajamos durante todo el año 2001 en la preparación de los Estados Generales de las Mujeres de los Barrios, al tiempo que proseguíamos las actividades habituales de la Federación (comidas en los barrios, campamentos internacionales de solidaridad, venta de abetos de Navidad, etc.). En otoño de 2001 organizamos por todo el territorio nacional Estados Generales locales que, en realidad, eran reuniones públicas: en Estrasburgo, Narbona, Clermont-Ferrand, Lille, Burdeos, Marsella… y también en muchas ciudades de la región de París. El objetivo fundamental era que todas las chicas se concienciaran de que no estaban aisladas, de que la situación que ellas vivían se repetía en todos los suburbios. Me dediqué a recorrer la región parisina y las provincias para convencer a los equipos y organizar en el ámbito local los Estados Generales de las Mujeres de los Barrios. Nos apoyábamos en nuestras propias redes, que a su vez se abrieron a otras asociaciones. Muchas de ellas, por ejemplo el Planning familia[31], sintonizaron enseguida con la problemática y participaron en las reuniones colectivas preparatorias de los Estados Generales locales. Acudimos a ellas para dinamizar los debates y, sobre todo, para explicar cuál era nuestro enfoque de las cosas, por qué se había llegado a aquella situación y cómo se podía intentar alertar a la opinión pública y, a través de ella, a los poderes públicos. Se trataba de convencer de la posibilidad de crear una relación de fuerzas que invirtiera la situación en las barriadas obreras, particularmente para las chicas. Los Estados Generales locales desempeñaron entonces un papel esencial en esta toma de conciencia. La liberación de la palabra que luego se pudo advertir durante la Marcha, a principios de 2003, es fruto de más de dos años y medio de trabajo.

A varias de las ciudades en las que habíamos organizado una reunión pública, regresamos a petición de las chicas, cosa que al parecer respondía a una auténtica necesidad. Se habían apropiado de nuestra forma de proceder y la dinámica se contagiaba: se implicaban de lleno en aquel trabajo colectivo. Aquello ya representaba una primera victoria, puesto que sabíamos que, en las barriadas obreras, lo mejor que podía suceder para plantarle cara al «sistema de los hermanos» era romper la omertà, hacer que reventara aquella ley del silencio, para que las chicas y los chicos que estaban en posiciones más débiles y que eran víctimas de aquellos códigos de conducta masculinos pudieran expresarse. Decir: «Basta, basta ya. Esto es lo que vivo y esto es lo que veo en mi barriada. Estoy hasta la coronilla», ya suponía dar un gran paso. Hay que comprender que esta famosa minoría actuante ya había ganado la batalla, como quien no quiere la cosa, porque tenía secuestrada a toda la barriada, sin que ello provocara reacción alguna, o acaso muy poca.

Durante el desarrollo de los Estados Generales locales y con la idea de organizar



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